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«Lo que espero»; Expectativas y el efecto pigmalión

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“intuyo que me está preparando una sorpresa”, “a ver si es el regalo que le pedí”, “el examen salió para un 8, a ver la nota”, “hoy que es mi cumpleaños, saldremos todos a cenar”, “seguro que me deja y se va con otra”, “seguro que he suspendido otra vez”…
 
Esperamos, esperamos muchas cosas, porque las deseamos, porque las intuimos, porque las tememos o porque simplemente esperamos que sucedan al tener indicativos de ellas pero ¿Qué ocurre cuando estas expectativas no se cumplen?  Algo en nosotros parece descuadrar. Habíamos puesto ilusión en que algo sucediera pero de repente ese anhelo se trunca con una respuesta diferente. Probablemente, no solo la desilusión se instaurará en nosotros, sino también la frustración.  De modo contrario si esperamos algo malo y el resultado es bueno, nos aliviaremos y  nos alegraremos  ¿Qué pasa con todas estas expectativas? ¿Quiere decir entonces que esperamos demasiado? ¿No debemos esperar? Incluso yendo más allá ¿Qué papel tienen los otros en nuestras expectativas?


La decepción, es un término que va muy ligado al fracaso de unas expectativas concretas. Constantemente en nuestras vidas depositamos esperanzas en que las cosas salgan bien, ya sea en el trabajo, con la pareja, con la familia o con cualquier cosa importante para nosotros. En psicología, el término decepción, está relacionado con el término “recompensa esperada” y la expectativa estaría relacionada con la cognición, que encierra una idea de anticipación y que predice un acontecimiento futuro. Pocas veces entonces, nos damos cuenta  de lo que ello significa. Me explico; si pensamos racionalmente, no podemos predecir el futuro, aunque las personas tengamos tendencia a anticipar hechos y seamos capaces de atribuir suposiciones. La “certeza” está en nuestra mente, pero no en los hechos concretos que suceden normalmente.
 
Está claro, que la expectativa se alimenta de algo que la sustenta, de lo contrario hablaríamos de esperanza por lo que nos referimos a previsiones, anticipaciones y predicciones pero no nos equivoquemos; no hablamos de certezas ni seguridades y de ahí que las desilusiones tengan su justificación. Solemos quedarnos con la parte que nos interesa, con lo que nosotros habíamos ideado y esperado sin detenernos a pensar en que solo estábamos intuyendo y deseando. En definitiva; anticipando una respuesta, buena o mala, lo único que hacemos es idear y a menudo, quitándonos responsabilidad. Es interesante entonces detenerse a pensar de qué manera esperamos cuando anhelamos algo y de qué manera igualmente esperamos cuando tememos algo.
 
Las expectativas, van muy ligadas a “la profecía autocumplida” y no deja de ser nuestra cognición, nuestro pensamiento el que atrae a los hechos, pues previamente en nuestra cabeza hemos estado cavilando acerca de ellos y de alguna manera hemos impulsado a que sucedan. En esta línea y dando un paso más, veamos ¿Qué pasa con los otros en cuanto a expectativas se refiere? Aquí la Psicología presenta el conocido “efecto Pigmalión”, (Rosenthal y Jacobson, 1968) llamado así por la leyenda de un rey que se enamoró de la propia estatua que él mismo había esculpido y que pidió a los dioses que le otorgaran vida. Venus, le concedió el deseo. Con ello, la psicología usó esta historia para referirse al proceso mediante el cual las creencias y expectativas de una persona respecto a otra afectan de tal manera a su conducta, que la segunda tiende a confirmarlas. ¿Qué quiere decir exactamente esto? Expliquemos;
 
Como seres sociales que nos relacionamos, de alguna manera, día tras día y de manera consciente e inconsciente respondemos a lo que los demás esperan de nosotros, lo que significa que a menudo cuando recibimos las altas expectativas que los demás ponen en nosotros, actuamos a favor de su cumplimiento. Muchos estudios, han confirmado este efecto; la perspectiva de un suceso, tiende a facilitar su cumplimiento. De la misma manera y  por poner un ejemplo cotidiano, en lo que se refiere a la relación social fijémonos;  la predisposición a tratar a alguien de una determinada manera queda condicionada en menor o menor grado por lo que nos han contado de ella. No es raro entonces encontrar casos como este;
 
Cristina- Tengo que presentarte a un amigo, Carlos, te va a encantar, es alto, guapo, cariñoso…haré una cena, ya verás yo creo que congeniareis
Natalia- ¿de verdad? ¿Tú crees?
 
Después de la cena Natalia y Carlos empiezan a salir. ¿Es tan guapo, tan alto y tan cariñoso como dijo Cristina? Tal vez una fuerte expectativa hizo que Natalia apreciará con muy buenos ojos ese a ese chico del que tanto le habían hablado…
 
En resumen; las expectativas vienen determinadas por nuestra cognición y a menudo actúan como “profecías autocumplidas” (las profecías tienden a realizarse cuando hay un gran deseo que las impulsa, al igual que el miedo provoca que se produzca lo temido) y finalmente  El “efecto Pigmalión” explica la actuación a partir de las expectativas de los demás. Es curioso que como seres humanos depositemos tanta fe en hechos que todavía no han ocurrido pero es así. Ahora solo falta reflexionar cómo nos afectan esos hechos, qué tenemos que ver nosotros (nuestros pensamientos) para que ellos sucedan y cómo debemos tratar las consecuencias, pensando racionalmente  y otorgándonos la responsabilidad que tenemos acerca de nuestros  miedos y anhelos. Acabaré con un ejemplo divertido, tal vez para dar paso a la reflexión de lo que supone ser conscientes de nuestros deseos  y pensamientos y de los cuales, los demás no son responsables de ellos.
 
-cariño, mira que bolso, ¡¡es precioso!!!- le dice Carla a Marcos con la ilusión de que éste se lo regale.
-sí, muy bonito, venga vamos que llegamos tarde- dice Marcos apresurado.
 
El bolso nunca llegó a lo que Carla atribuyó como una desilusión para describir a Marcos como poco detallista. ¿Tiene Marcos la culpa de la desilusión de Carla..?
Seamos responsables y dueños de nuestros deseos y decepciones que no tienen que ver con los demás y que solo las hemos creado en nuestra mente. Todos esperamos cosas pero sepamos poner límites a ellas cuando éstas no suceden.
 
 
Bibliografía
 
Pigmalión en el aula. R.Rosenthal., L Jacobson (1992) Nueva York
 
Superarse con el efecto Pigmalión. El país.com
http://www.elpais.com/articulo/portada/Superarse/efecto/Pigmalion/elpeputec/20060917elpepspor_14/Tes
Núria Costa, psicóloga

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5 comentarios en “«Lo que espero»; Expectativas y el efecto pigmalión

  1. No tener expectativas ni esperar nada de los demás me parece de lo más triste que le podría pasar a alguien.

  2. no habla de dejar de tener expectativas , a mi parecer habla de aceptar las cosas como son.

  3. esta permitido tener expectativas de los demás siempre y cunado no afecten nuestras ilusiones.
    aun así debemos saber que esperar de los demás y de nosotros mismos.

  4. Creo que tener altas expectativas en los demás habla de una baja autoestima de quien desea hacer realidad sus pretensiones, generalmente queremos satisfacer nuestras necesidades para generarnos emociones placenteras. Debemos moderar las expectativas y tomar en cuenta que todos somos libres para dar atención, cariños, detalles, etc; con quien queramos cuándo queramos, no cuándo lo soliciten. Pero si no se nos atiende o salen las cosas como y cuando queremos nos molestamos y frustramos como bien se comenta. Me gustó el texto.

  5. ¿Qué sucede cuando se crea expectativas demasiado altas que no se puedan cumplir?

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