Psicopatología

El extremo del prejuicio: crímenes de odio

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crímenes de odio
 
Definidos como la expresión más extrema del prejuicio, los crímenes de odio, son delitos violentos basados en un aspecto concreto de la identidad de la víctima (raza, color, religión u origen nacional). “Es una conducta criminal motivada por una opinión o actitud negativa, hacia un grupo de personas” (APA). Esto es; acciones motivadas por  un prejuicio determinado, de una persona o un grupo de ellas. Dicho esto, mi interés aquí suscita varias preguntas;  ¿Por qué la gente los comete? ¿Qué consecuencias traen?  Y es más; ¿Psicológicamente son estas consecuencias mayores que en otro tipo de delitos? Basándonos en un artículo publicado por la American Psychological Association, (la Psicología de los crímenes de Odio)  publicado en 2009  y otros documentos, trataré de desenmarañar estas preguntas.
 
La expresión crimen de Odio, también conocida como crimen de prejuicio, fue acuñada en 1980, por periodistas y defensores políticos al intentar dar nombre a una serie de agresiones dirigidas a Judíos, asiáticos y afroamericanos. En 1990  se aprobó en EEUU la ley de Estadísticas de Crimen del Odio y en 2008 se hicieron públicos datos muy relevantes (7775 delitos, 8322 víctimas y 6219 delincuentes conocidos). Las estadísticas también aportaban los prejuicios motivados. En primer lugar, se sitúan los motivos raciales con un 48’5%, en segundo lugar los religiosos, con un 19’7%. Le siguen los referentes a la orientación sexual con un 18’5% y por último están los de origen étnico con un 11’8%. Pero las estimaciones sobre encuestas de victimización aportan datos mucho más escalofriantes. Solo en EEUU, la cifra de crímenes de Odio se eleva a 191.000 anualmente y solo el 44% se denuncian a la policía. En España y el resto de Europa, las estadísticas no son mucho más tranquilizadoras. El informe Raxen, 2010 (Movimiento contra la intolerancia) aporta datos relevantes, al tiempo que advierte de un aumento de este tipo de crímenes, sobretodo por lo que respecta a la crisis económica y el aumento de la inmigración.
 
Los agresores
 
La víctima se selecciona a causa de su raza, religión, nacionalidad, orientación sexual o discapacidad. Ciertamente un prejuicio es motivo suficiente para quien comete un delito de este tipo se lance a saciar su odio. Investigaciones facilitadas por la Asociación Americana de Psicología argumentan que el perfil psicológico de esta clase de individuos no se corresponde con una enfermedad mental. Más bien, estamos hablando de personas con un alto nivel de agresión y un comportamiento antisocial. Tal y como señala, Edward Dunbar, de la Universidad de California, este tipo de personas no son psicóticos pero refieren comportamientos muy perturbados ya desde su infancia, con antecedentes de uso de violencia y dificultad de resolver problemas en el seno familiar. Dicho  psicólogo también apunta el carácter premeditado con el que actúan esta serie de individuos y que se diferencian de otro tipo de delincuentes. Los criminales de Odio, son capaces de perseguir a sus víctimas con detalle y de manera obsesiva para posteriormente trazar un plan de ataque. Por otra parte, investigaciones aportadas por Bennet, Levin y McDevitt (2002) muestran una tipología del delincuente del odio, que se sitúa en cuatro categorías respecto a los factores psicológicos y situacionales. Estas serían;

  • La búsqueda de emociones; el delincuente es motivado por el deseo de emoción.
  • Defensiva; proteger a un barrio o a un grupo de posibles extranjeros no aceptados.
  • Represalias; de manera real o percibida, el autor actúa desde la venganza
  • Fanatismo; odio hacia una dirección o ideología opuesta a la que se cree.
 
Por último cabe decir, que datos recientes sugieren que el 50% de autores de estos crímenes son menores de 25 años y que la gran mayoría no son miembros de los grupos de odio organizados.
 
Las consecuencias psicológicas
 
¿Son diferentes las consecuencias psicológicas en este tipo de delitos? Las investigaciones afirman un “sí” rotundo. Según las investigaciones de Herek, Gills y col, 2001, las víctimas de crímenes de odio pueden sufrir más problemas de depresión, ansiedad, estrés, ira…que las víctimas de otros delitos violentos. Un problema común en ambas situaciones es el TEPT, (Trastorno por estrés postraumático) que surge como respuesta a un evento traumático. Ante toda esta sintomatología, las victimas también pueden llegar a desembocar en otros problemas como son el abuso de sustancias, conductas violentas, insomnio y problemas de salud física como respuesta a la somatización. Por otra parte los crímenes de odio dirigidos a comunidades promueven la sensación de inseguridad, fomentan la baja autoestima y la depresión.
 
En resumen; un crimen de odio está motivado por un prejuicio determinado y que es percibido como negativo de una persona o de un grupo. Los criminales son individuos con tendencia a un elevado nivel de agresión y con una conducta antisocial clara. Las víctimas son escogidas en función del grupo étnico, religión, orientación sexual o cualquier otra característica percibida como negativa por el agresor. Finalmente las investigaciones apuntan que las consecuencias psicológicas pueden ser mayores, en comparación con otro tipo de delitos.

 
 
Bibliografía
 
Understanding and preventing hate crimes. American Psychological Association. T. Deangelis, 2001
 
 McDevitt, J.,J Levin and S Bennet, 2002» Hate Crime Offenders: An Expanded Typology (abstract)Journal of Social Issues 58(2): 303–317, NCJ 204396.
 
Movimiento contra la intolerancia
Hate crimes. American Psychological Association, 2007
Núria Costa, psicóloga

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