Curiosidades

Autoconcepto, autoimagen y autoestima; ¿cuál es la diferencia?

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autoimagen, autoconcepto y autoestima
 
“El peor de los males que le puede suceder al hombre es que llegue a pensar mal de
sí mismo”
Goethe
 

Quererse a uno mismo es uno de los aspectos más importantes en la vida de una persona. Sin amor hacia quienes somos y lo que somos, carecemos de la principal base para un buen desarrollo psicológico. 

Sin embargo, este  es un valor que no se enseña explícitamente desde pequeño. Cuando somos infantes escuchamos repetidamente eso de “debes ser bueno”, “debes lavarte los dientes”, “debes ir al colegio” pero no tan a menudo nos dicen; “debes quererte”, “debes mimarte” y/o “debes gustarte” De todo eso nos damos cuenta a deshora y paradójicamente entonces, quizás ya tarde nos dicen; “quiérete a ti mismo, pues nadie lo hará por ti” A menudo eso nos confunde. En consulta a veces me preguntan en qué consiste eso de quererse, ¿No suena egoísta?…Hoy, aquí intento aclarar conceptos: ¿Qué sabemos de la autoestima? Y ¿Qué diferencias hay con el autoconcepto y la autoimagen? ¿Es lo mismo?

El amor a uno mismo no sólo ha recibido elogios. Durante los siglos de los siglos también ha recibido críticas tanto sociales como personales. La visión sobre el egoísmo ha subestimado el valor real de la autoestima y todo ello ha creado confusiones y malentendidos. Recomiendo este post; ¿Hasta qué punto soy egoísta? que escribí sobre esto para empezar  con la aclaración de que no es lo mismo quererse que ser un egocéntrico. Una vez clarificado este concepto, veamos cómo se forma nuestra autoestima y qué factores la sostienen.

Aunque estén muy relacionados, el autoconcepto, la autoimagen y la autoestima no son lo mismo.

A groso modo podemos decir que el autoconcepto responde a la pregunta; ¿Qué piensas de ti mismo? Y la autoimagen corresponde a la que contesta; ¿Qué opinión tienes de tu aspecto? Juntos y bien estructurados darán forma a la autoestima, que veremos con más detenimiento.

AUTOCONCEPTO

El autoconcepto es un término que sirve para designar lo que piensas de ti mismo. Como su nombre indica es el concepto que tienes de tu propia persona. Consecuentemente esto determinará la manera en cómo te tratas. Es decir; qué es lo que te dices, de qué manera te lo dices, cómo te lo exiges y cómo lo haces. Ante un evento sucedido puedes maltratarte o mimarte. Si el evento es negativo, depende de cómo te concibas a ti mismo, puedes hacer una crítica constructiva. Por ejemplo decirte; “estudie y no he aprobado, tendré que estudiar más” o puedes caer en la crítica destructiva y decirte; “soy un perdedor”. De la misma manera, ante un evento positivo puedes decirte; “aprobé porque me esforcé y lo merezco” o puedes mencionarte: “fue un golpe de suerte”. La concepción que tengas de ti mismo, es decir el autoconcepto, te llevará a autodefinirte de una manera o de otra.

AUTOIMAGEN

Nos reconocemos. Nos contemplamos a nosotros mismos y nos decimos “soy guapo” o “soy feo”. Cada uno de nosotros tiene una imagen única según se perciba físicamente a sí mismo independientemente del término belleza. Todo y que los cánones sociales y el peso de la comparación social influya sobre nosotros, somos los responsables de considerarnos más o menos guapos desde un punto de vista totalmente subjetivo. Esto es, la autoimagen hace referencia a la opinión que tengo de mi imagen.

AUTOESTIMA

El autoconcepto y la autoimagen, arriba mencionados, determinarán en gran parte la autoestima, que será la que finalmente nos juzgará positivamente o negativamente en nuestra totalidad. Pero estos términos no son los únicos, resulta algo más complejo. Nuestra  autovaloración viene dada por la relación que tenemos de nuestro mundo más inmediato (padres, maestros, amigos, familiares…) Nuestro entorno más cercano, así como la relación que establecemos con las cosas que vivimos, desarrolla una idea de cómo te
crees que eres.

El valor que le damos a lo qué somos no se hereda, se aprende y se interioriza. Este aprendizaje es nuestra carta de presentación ante todo y cada una de las cosas que hacemos. Él determina nuestras acciones, nuestros sentimientos, nuestra manera de relacionarnos y nuestra manera de hacer y deshacer.

 El éxito, el fracaso, el miedo, la fuerza, la confianza, la inseguridad y lo que hacemos en todos los ámbitos de nuestra existencia dice mucho de nuestra autoestima. Ella  nos acompañará toda la vida y aunque podamos trabajarla y no dejar que nos juegue malas pasadas, hay que cuidarla, mimarla y revisarla.

El autoconcepto y la autoimagen  fortalecen la propia identidad. Es un punto de partida pero la autoestima engloba la totalidad de mi autovaloración.

La estima que uno se tiene a sí mismo es tan relevante como su propia vida, pues de ella depende que los sucesos, relaciones y todo lo que vivimos sea experimentado y valorado de una manera u otra. La autoestima conforma la visión de nuestra personalidad. Le da sentido y crea actitudes. ¿Modificable? Sí, puede trabajarse y mejorar. En cuanto eso suceda nuestra percepción del Yo
y de lo que nos pasa será más amable, menos negativa y más saludable.

En resumen; qué pienso de mí y qué visión tengo de mí son los puntales de la autoestima, pero ella es más compleja. Es como el todo que engloba las partes de lo que soy y cómo me comporto. Disponer de una buena autoestima trae ventajas para nuestra salud psico-física y es esencial para cada acción, para cada sentimiento y para cada paso que damos. La célebre frase con la que encabezaba el post “quiérete a ti mismo, pues nadie lo hará por ti” significa,
acepta tus errores de manera que puedas hacer un análisis crítico y constructivo.
Felicítate cuando hagas algo bien, modifica aquello en lo que hay que mejorar
sin maltratarte, mímate y cuida tus pensamientos. No sólo eres el responsable
de hacerlo, sino que cuando lo hagas será más fácil y más productivo para tu
salud psicológica. 

Núria Costa, psicóloga

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