En esta época del año es muy común hacer una larga lista de
propósitos para el nuevo año; dejar de fumar, ir al gimnasio, estudiar cada
día, aprender un idioma…y de esta manera nos ilusionamos, imaginando que todo
eso sucederá a partir del día 1 del mes de Enero. Este tipo de anhelos, siempre
me han resultado muy curiosos desde el punto de vista psicológico. Me pregunto;
¿Es una buena manera de aplazar algo incómodo con la ilusión de calmar nuestra
ansiedad ante lo creemos que “debemos” hacer para con nosotros mismos? ¿Ante
la llegada de un nuevo año, necesitamos sacar ese peso psicológico
que nos persigue día tras día cuando nos proponemos hacer algo y no lo hacemos?
¿Por qué el ser humano suele escoger un único punto del
tiempo para cambiar algo de su vida? Un tema interesante a mi
entender, que trataré de abordar desde el rincón de la reflexión.
En primer lugar, me gustaría situar esos deseos desde el deseo mismo de
cambio. ¿Realmente alguien quiere dejar de fumar o acudir regularmente al
gimnasio? Si es así ¿Por qué no lo hace el 20 de Octubre o el 3 de Marzo? Esto
es; cuando esas promesas con uno mismo implican un verdadero anhelo de
convertirse en realidad suceden el día 8, 10 o 12 de cualquier mes pero para el
ser humano resulta algo más pesado detenerse a aceptar una realidad costosa que
implica esfuerzo, voluntad y constancia. De esta manera, la incomodidad que
podemos llegar a sentir ante algo que queremos cambiar, queda protegida y un
tanto aliviada si la aplazamos. Nos libra de responsabilidad a la vez que calma
la frustración ante algo que no acabamos de cumplir.
Como vemos, aquí se juntan varios factores como la responsabilidad, la
culpa, el alivio, la constancia…lo que por no detenernos en cada uno de ellos,
lo englobaremos en actitud, predisposición al cambio y resolución de problemas.
Algunos psicólogos coinciden en señalar que este fenómeno se da porque al final
del año es un buen momento para reflexionar en lo bueno y lo malo que ha sido
el año y las cosas que queremos modificar para el siguiente. Psicológicamente
el inicio del año presupone un momento limpio, nuevo, para poner nuevas
esperanzas y motivaciones. Es como un “borrón y cuenta nueva” que
nos da ilusión y nos genera nuevas expectativas.
¿Significa ello que el ritual de nuevos propósitos sea absurdo? No, no lo
es pero de alguna manera no resulta tan sencillo. Varias investigaciones han
indagado en este fenómeno y los resultados han concluido que el error está en
el plan de estrategia y en el modo en el que nos proponemos la resolución de
ciertas metas. Un estudio realizado por Mukhopadhyay y Johar (2005) apuntó que
la predisposición al cambio ante los propósitos de año nuevo estaría
relacionado con el nivel de auto-eficacia personal. De esta manera, quienes
creen que el auto control es algo dinámico y modificable (“aunque me guste
el chocolate, soy capaz de no comerlo durante un tiempo”) tienden a
establecer más acuerdos y con mayores probabilidades de éxito mientras quienes
quedan sujetos a un autocontrol limitado (“me gusta demasiado el chocolate,
nunca podré dejar de comerlo”) obtienen pocas probabilidades de
cambio. En otras palabras; si la persona cree que su autocontrol es un recurso
fijo, solo establecerán objetivos basados en la fantasía.
Otra idea importante que han señalado varios autores es la manera de saber
abordar el cambio. Podemos proponernos dejar de fumar pero ¿sabemos cómo?
Resulta esencial tener las herramientas psicológicas para enfrentarnos a
modificar algo. No basta con desearlo y de ahí el fracaso de muchos intentos en
los que se anhela hacer algo sin caer en la cuenta de lo que necesitamos para
cambiarlo.
Según Miler y Marlatt (1998) el fracaso llega cuando las resoluciones
llegan en el último minuto o último mes (Diciembre) sin disponer de las
estrategias adecuadas (compromiso, estrategias y seguimiento del progreso).
Desde mi punto de vista y como cualquier plan de acción, la resolución vendría
dada por el ¿qué quiero cambiar? ¿Qué implicará ese cambio? ¿Cómo puedo hacerlo?
¿De qué herramientas dispongo? Lo que me pregunto si los nuevos
propósitos del año venidero son un proceso que se interioriza o si
se trata más bien de un espejismo.
¿Es eficaz entonces llenar una gran lista de cambios para el inicio de
Enero? Lo es, siempre y cuando haya primero una implicación y compromiso con
uno mismo ante aquello que se desea cambiar y en segundo lugar cuando se tengan
las estrategias adecuadas. No digo que no pueda ser un buen momento de cambio
pero siempre y cuando, esto no forme parte del autoengaño.
Como psicóloga mi última pregunta radica en algo más profundo, más interno;
¿Realmente queremos cambiar ese algo? ¿Se desea de verdad? “quiero dejar de
fumar” ¿lo quieres realmente? ¡¡Cuantas veces hacemos lo contrario a lo que
deseamos!! Esto es; reparar en si lo deseamos realmente o simplemente hay una
disonancia cognitiva que choca y deseamos aliviar, pienso que es muy
importante. Sea como sea, le invito a reflexionar en lo que realmente quiere
modificar, si es que hay que modificar algo pero desde lo hondo, desde lo
que de verdad se anhela, hablando directamente con uno mismo aunque a veces
cueste. Con propósitos o sin ellos, deseo un feliz año para todos y atienda “no
deje para mañana lo que pueda hacer hoy”
Bibliografía
¿Cómo mantenerse al día con sus resoluciones de Año Nuevo? Miller, Et y
Marlatt, G.A (1998)
Auld lang Syne; Success predictors, change processes and self-reported
outcomes of New Year’s resolvers and nonresolvers. Norcross, JC Mrykalo (2002)
Journal of Clinical Psychology, 58 (4)
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