Pareja y familiaPsicobiología

La ex pareja y la razón por la que (no) la quiero ver

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la ex pareja

Terminar de mutuo acuerdo en una relación no siempre es posible. De hecho, lo más usual es que una de las dos partes no esté de acuerdo con la ruptura y de ahí que surjan sentimientos de rechazo, rabia, indignación, impotencia y duda. Ciertamente, al truncarse  una relación se vive una situación de  malestar psicológico, que aumenta cuando uno de los dos miembros no lo espera y/o no lo desea. Ahora bien, ¿Cómo procesa el cerebro esta desavenencia? Si de olvidar se trata, ¿Qué es aquello que no se aconseja y que tan a menudo se hace? Se pasa a ser ex miembro, a estar exento y de alguna manera expulsado, de un vínculo difícil de gestionar.

Una persona que es dejada por otra, normalmente tiene sentimientos de rechazo. Los pensamientos obsesivos acerca  de la ruptura y  los recuerdos, están constantemente presentes. Por otra parte, los sentimientos de culpa, y la baja autoestima también se hacen patentes. Sin duda,  estamos hablando de un tema doloroso. El apego, como parte del gran lazo que une a dos personas se divide y aunque en esos momentos uno busque palabras de consuelo o la cercanía de otros vínculos próximos (amigos, familiares…) el individuo debe pasar por un proceso de duelo y reconstrucción. Tanto es así que hasta en el cerebro se producen cambios y sorprendentemente, similares a los del dolor físico. Los científicos aseguran que la razón de esto se debería a una cuestión evolutiva. Partiendo de la base de que el dolor tiene como función alertar al individuo de un peligro y protegerse del mismo, el rechazo social podría ser entendido como una amenaza real para la supervivencia de nuestros primeros ancestros.

La respuesta está en el cerebro

Volviendo al tema de dichos pensamientos obsesivos y al recuerdo de un “tiempo juntos”, investigadores de la Universidad de Columbia, llevaron a cabo un estudio
mediante resonancia magnética funcional. La investigación consistía en determinar si habían cambios cerebrales en las personas que habían sido dejadas por sus parejas al contemplar fotografías juntos o hablar de recuerdos mutuos.

Edward Smith y sus colegas descubrieron que se iluminaban las áreas asociadas a la experiencia de dolor. Otra investigación similar, realizada por Lucy Brown, profesor del departamento de Neurología en el Albert Einstein College of Medicine, concluyó que al ver las fotografías de las ex parejas no había actividad en el área ventral tegmental, el núcleo accumbens y la corteza orbitofrontal/prefrontal. Dichas áreas se asocian a la motivación, recompensa y
por consiguiente a la liberación de dopamina. Lo que significa que los individuos podían estar experimentando ansiedad, al no tener a sus ex parejas.

Lo curioso es que no hace falta someterse a investigación para contemplar fotografías y buscar en la mente recuerdos pasados, pues un porcentaje alto de individuos utiliza estas estrategias cuando termina con alguien. Un punto masoquista debemos tener, cuando investigaciones recientes afirman que la tan conocida herramienta Facebook es muy utilizada  para espiar a los ex novios/as y seguirles el rastro. Todo lo que precisamente no nos viene nada bien, en momentos de ruptura.  Psicológicamente este es un modo de satisfacer la curiosidad pero aunque antes de iniciar esta acción se piense que uno se quedará más tranquilo, lo cierto es que provoca todo lo contrario. Espiar a un ex hace mucho más difícil la separación emocionalmente, trae sentimientos negativos y no ayudan nada a la reconstrucción de la vida propia.

¿Formulas mágicas? Hay que darse tiempo a uno mismo, distraerse y evitar indagar en recuerdos dolorosos. Por suerte, también estamos diseñados para superar las desavenencias y aprender de ellas.

Núria Costa, psicóloga

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