
Mónica
tiene 28 años y está saliendo con un chico de 37. Su relación, según describe,
va viento en popa. Planea irse otro fin de semana con su pareja pero hay algo
que la martiriza por dentro. Su madre, no aprueba esta relación por la
diferencia de edad y angustiada comenta que debe mentirle cada vez que salen
juntos. “No puedo más, yo sufro y creo
que no hago nada malo pero no puedo enfrentarme a ella porque sé que la
disgusto”
Dolores
tiene 68 años, está casada y tiene una hija en el extranjero, a la que visitará
próximamente. Su madre, siempre ha vivido con el matrimonio y ha sido participe
de todas las decisiones que ha ido tomando Dolores. Casi siempre está
participación ha sido en desacuerdo. Ahora decide acudir a consulta. La ilusión
de ir a ver a su hija se mezcla con la desazón e impotencia de las opiniones de
su madre. La cual, a pesar de ser mayor y gozar de un buen estado de salud, no
aprueba que Dolores se marche unos días y la deje sola.
Gonzalo
es homosexual y sus padres lo saben. Criado en un entorno religioso comenta; “Mi mamá me respeta, pero dice que debo
pedirle a Dios que me ponga en buen camino, que lo mío es un pecado de los
grandes”. Gonzalo llora mientras dice que no soporta decepcionar a su
madre y que incluso tal vez tenga razón.
Sonia
tiene 47 años. Comenta que cada decisión importante que toma, debe comentársela
a su madre. Si no, no se queda tranquila. Ha intentado cambiarlo pero dice que
no puede. “Sé que es triste, pero lo que
dice mi madre, me influye mucho, en todo y siempre necesito de su aprobación”
Diferentes edades, diferentes
situaciones y diferentes géneros, pero con un punto en COMÚN; la opinión de una madre y su influencia psicológica. Alguien me
dijo que “parece que lo que diga una madre, retumbe constantemente como un
martillo en la cabeza” y sí, hay quien lo vive así. No todo el mundo,
pero por mi experiencia profesional, veo
muchísimos casos en los que ese “poder” del que hablamos está patente de manera muy constante. Por
ello, he decido escribir sobre ello. Con gran respeto a todas las madres, pero
investigando qué hay detrás de tanta fuerza.
Sabemos que el apego es
el vínculo más potente de todo ser humano y que este vínculo inicialmente se da
con nuestra madre. Sin duda, el tipo de vinculación determinará no solo
nuestras relaciones posteriores sino que generará influencias ocultas en
nuestro desarrollo madurativo. El psicólogo Stephan B.Poulter ha investigado
sobre dichas influencias, afirmando que nuestra capacidad de funcionar, tanto
en el terreno laboral como relacional, está marcado en gran parte, por el peso
de la figura materna.
Este experto en
relaciones familiares, publicó un libro interesante, “the mother factor: How your
mother’s emocional legacy impacts your life” en el que plantea que todas
las madres están dentro de la existencia
de cinco categorías. En ellas, mamá representará una manera de hacer y de
proceder que automáticamente afectará a la forma de reaccionar, de relacionarse
y de sentir de sus hijos.
Según el autor, la
mayoría de madres son una mezcla de estas cinco categorías, sin embargo primará
siempre una de ellas.
·
La
madre perfeccionista: aquí estamos ante
una madre ansiosa que espera impaciente el éxito de sus hijos. Controladora y
pendiente del que dirán. Aquí los hijos pueden crecer con ansiedad y miedo a
fallar. En cuestión emocional, pueden llegar a internalizar dicha ansiedad materna, lo que podría generar grandes expectativas a la hora de encontrar una pareja "perfecta".
· Madre
mejor amiga: el autor asegura que esta madre no
establece límites ni liderazgo. También asegura que es un estilo muy
predominante en la actualidad. La figura materna se confunde con la de una
amistad y los hijos pueden sentirse rechazados y abandonados. Son madres que necesitan
tanto de sus hijos que pierden el rol de madre y desean compartir con ellos
todo lo que hacen. Esto genera en los hijos cierta dependencia, que dura toda
la vida. En sus relaciones, los hijos de las madres “mejor amigas” buscarán o figuras
autoritarias o gente a quien cuidar. Como consecuencia se generará estrés y
ansiedad.
· Madre
“yo primero”: La madre es el centro de atención. Ella está incluso por encima del bienestar de sus hijos. Poulter asegura que de aquí
se desarrollarán niños con falta de empatía y compasión. Tendrán dificultad para
asumir críticas y les resultará difícil adquirir compromisos. El autor también afirma
que puede existir un afecto contrario y pueden desarrollarse hijos que busquen
siempre la aprobación de los demás.
· Madre
impredecible: esta madre se caracteriza por tener
altos y bajos emocionales. Puede ser temerosa y ansiosa, a la vez que
controladora. Puede ser crítica y demandante con los hijos, fomentando baja
autoestima. También pueden salir niños ansiosos o con tendencia a la depresión.
A nivel relacional, estos hijos actuarán temerosos, dificultando la confianza
en los otros. Pueden tener miedo a la intimidad y temor a enfrentarse a
situaciones emocionales.
· Madre
completa: este es el ideal de madre. Según las investigaciones
de dicho psicólogo, solo lo alcanzan un 10% de madres y éstas son las que
consiguen el equilibrio exacto entre la atención, sobreprotección, apoyo y
críticas a sus hijos.
Para finalizar, este
experto en relaciones familiares, con más de treinta y cinco años de
investigación, afirma que en nuestro desarrollo llevamos bajo el brazo un “libro
de reglas” que heredamos de nuestra madre y que tiene una potencia asombrosa.
Dichas reglas, gobernarán muchos aspectos de nuestra vida tales como; nuestra
manera de vincularnos, nuestra manera de desapegarnos, de ser más o menos
dependientes y de nuestra manera de enfrentarnos tanto laboralmente como en la
vida en general.
A mi modo de entender,
es importante que trabajemos todos estos aspectos, que nos hacen sufrir tanto.
Mónica ha de llegar a ser capaz de irse de fin de semana sin culpas. Dolores
debe poner el límite con su madre. Gonzalo ha de trabajar su autoestima y la
seguridad en sí mismo, así como los sentimientos de culpa y Sonia ha de rebajar
su nivel de ansiedad desapegándose de manera sana, de su figura materna.
Núria
Costa
Psicóloga.
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Bibliografía
El legado de las madres. La influencia de su
herencia emocional en nuestra vida. Stephan B. Poulter. Urano, 2010.
2 comentarios
Me ha gustado mucho este artículo, Núria. No puedo investigarlo como psicólogo... pero si he observado en mí y en gente cercana como su relación con sus figuras paternas, especialmente la madre, produce graves influencias en la personalidad, incluso en sus aspiraciones y ideologías.
ResponderEliminarNo soy de los que creen que los padres ni la familia sean determinantes, pero sí los primeros factores y los que más afectan y por más tiempo.
Gracias por tu aportación! Me gusta leer tus artículos aunque tenga poco tiempo para leerlos todos.
Gracias a ti Josep. Celebro que sean de tu interés. Y sí es un tema realmente interesante!! te agradezco muchísimo el comentario.
EliminarHsta Pronto :-)
Saludos y feliz noche