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El amor en la era del consumo

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 “El amor se torna huidizo en cuanto se ponen en él todas las esperanzas y se le convierte en el lugar de culto de la sociedad que gira alrededor del concepto de la autorealización. Y se le carga de esperanza en la misma medida en que e se transforma en huidizo y pierde su carácter de ejemplaridad social”


 
Ulrich Beck y Elisabeth Beck- Gernsheim. “El normal caos del amor”

Puedo cambiar mi móvil, para disfrutar de uno nuevo. Aunque ahora no tenga el dinero, puedo hipotecar mis vacaciones en el Caribe y pagarlas a plazos. Puedo financiar el último modelo de TV… QUIERO Y PUEDO es lo que definiría a una sociedad donde la felicidad está en el aquí y ahora y donde la filosofía de vida de la nueva era es la de obtener el placer con el menor sacrificio posible, a un bajo precio y sometida a los dictámenes de la individualidad.

¿De qué manera afecta la era consumista  en el amor?

amor en la era de consumo

Pues más que afectar, parece que sigue la misma dinámica;  la de la inmediatez y la de la satisfacción momentánea. Un cambio social en valores, normas y roles deja atrás el «hasta que la muerte nos separe» e instaura nuevos hábitos a las actuales parejas. Los dos realizan tareas domésticas, los dos salen con sus respectivos amigos cuando apetezca. No hace falta jurarse amor eterno mediante la firma de papeles ni  pelearse por el rol de poderes. Hombres y mujeres se igualan en una convivencia distinta y ambos se posicionan por igual frente a sus derechos por el sexo, el erotismo y el amor. El amor actual no estalla en conflictos duraderos, sino que se torna inmediato tanto para los acercamientos como para las rupturas. Se configura todo de manera individual y hay poca cabida para el logro mutuo. La búsqueda de la satisfacción inmediata deja patente no solo un estilo de vida, sino un estilo de vinculación.

Dos lecturas muy recomendadas explican este nuevo modo de relación en lo social. Una es la de Beck y Beck -Gernsheim, en su libro “El normal caos del amor” y dónde podemos encontrar el concepto del amor como posreligión. Una calificación interesante que describe el paralelismo entre la construcción de la fe y la búsqueda del sentido en el propio amor.

Por otra parte, el célebre sociólogo Zygmunt Bauman, en su excelente obra; “Amor líquido” hace mención a la fragilidad de los vínculos y a la liquidez del amor propio. El autor menciona la “cultura del consumo, los productos  listos para su uso inmediato, las soluciones rápidas y los seguros contra todo riesgo” y los equipara al amor de nuestros tiempos como objeto de mercancía.

Otro apunte interesante que hace Zygmunt es la distinción entre deseo y amor. El deseo es el anhelo de consumir, mientras que el amor es el anhelo de querer y preservar. Ambos conceptos tienen diferentes propósitos, no siempre bien entendidos en las ansias del querer. Actualmente, impera el primero y la inquietante búsqueda del mismo, hace que el amor no llegue a alcanzarse. Algo se pierde por el camino en ese intento de satisfacción inminente.

El autor también analiza factores tan importantes como el del compromiso y la comunicación. El primero de ellos, hace referencia a la responsabilidad y solidez que requiere el mantenimiento de una relación de pareja y que en la posmodernidad parece estar ausente, tornarse frágil y voluble. Las dificultades de comunicación afectiva no son menos y se caracterizan por incapacidad, miedo e inseguridad. Las relaciones se acaban tan pronto como empiezan y muchos sujetos creen que cortando el vínculo, cortan el
problema, cuando en realidad lo que hacen es generar uno nuevo y sumarlo a la lista de descontentos afectivos.  Bauman explica, que hoy en día hay “conexiones” en vez de “relaciones”. 

El sociólogo también distingue entre «afinidad» y «parentesco» La afinidad se elige, el parentesco no pero el objetivo final es que la afinidad acabe siendo parentesco. Hoy en día y según el autor, esto no solo es casi inexistente sino que resulta inviable siquiera llegar a la afinidad, como punto principal. El amor es líquido, no se sustenta y se vive fugazmente. Reitera el concepto de centralidad individual y la libertad de elección como modo de autorealización, aunque ello conlleve un carácter temporal en las relaciones.

¿Qué nace de todo ello?

La inmediatez en las relaciones de las que hablamos conlleva sentimientos intensos de inseguridad, soledad y ansiedad. En nuestra era la intimidad está marcada por la inestabilidad y consecuentemente esto hace que el ideal del amor romántico aumente, para satisfacer esa necesidad afectiva que revolotea en el aire con cierta incertidumbre. Una peligrosa paradoja que afecta sobre todo a los más jóvenes. Se busca la pasión, la acumulación de experiencias y la evasión, al mismo tiempo que esto deja apatía y conflictos durante la misma búsqueda. Desde lo social, este esquema romántico permite la huida de la realidad y el logro del éxito. Algo que psicológicamente deja huella.

En resumen; es momento de centrarse en el yo, de nutrirse de experiencias, de evadirse en la temporalidad del “amor” y de creer que la acumulación de infinitas vivencias traerá la dicha. El deseo prima, la consecución del amor decae, pero la búsqueda del ideal romántico despunta para satisfacer de manera inmediata la necesidad afectiva. Parece que el amor en tiempos de consumo, se iguala a la adquisición de productos de mercado. El deseo de obtener algo inmediato financiado sin intereses, ciega la obligación de leer la letra pequeña. ¿Consecuencias? Insatisfacción, tedio e inseguridad en el terreno afectivo, pero de mientras y más o menos inconsciente, uno se evade preguntando; ¿en tu casa o en la mía? El amor en la era de consumo, está ligado al anhelo de satisfacción inmediata. No desde un nosotros, sino desde un yo, ciego y temeroso.

Bibliografía

El normal caos del amor. Las nuevas formas de relación amorosa.
Ulrich Beck y Elisabeth Beck-
Gernsheim. Paidós, 2001

Amor líquido; acerca de la fragilidad de los vínculos
humanos.Zygmunt Bauman, Fondo de cultura ecónimica de España, 2005

Núria Costa, psicóloga

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